domingo, 3 de agosto de 2008

OJALA QUE LLUEVA CAFÉ EN LAS RONDAS

Amigos es la hora de hacer balence un poco del estado emocional de los conductores a las horas previas hasta las ocho de la mañana. Desde las seis hasta las ocho las carreteras en especial las rondas ,tanto litoral, de dalt del mig y de su mala madre, es un suplicio mental conducir allí.
Cuando mi jefe me llama diciéndome que tengo que estar a las ocho en el curro, o que tengo horario de oficina, caca. Me tomo café con una veleriana o cualquier hierba relajante porque se ha de ser Buda para conducir en esas horas.
Durantes estos últimos meses he servido a oficinistas que antes de encender su ordenador de la mesa vienen a tomarse un café. Por lo cual yo concluyo que salen de sus hogares sin tomar la medicina. Pienso que con el dinero que ganan, compraros una cafetera y salir más despiertos, ganáis tiempo. Pereza todo es pereza.
Lo siguiente es la pasimonia de los conductores, velocidad reducida, salgo de un stop en tercera porque la máquina no engaña con su cof! cof!. Dígadme ustedes si no es así, yo misma tengo un automóvil de quince años y sale cagando leches en primera, mas el de delante le dobla la potencia, no sé...
Pero lo más desquiciante es el galápago que va por el medio de la vía de dos sentidos y encima, recochineo, no nos indica con el intervitente su incorporación hacia la derecha o izquierda. Todavía incluso queda una fechoría más. Apurar el carril de incorporación y se le deba ceder el paso al susodicho o susodicha, pues no.
Estupideces asi tendríamos para realizar un libro. En mis reflexiones , creo que no estan lo suficiente despejados como para llevar sus máquinas. Conseguirán despegarse de las sábanas de sus camas, pero en cuanto a la carretera deben abrir los ojos y mente.
Para los señores del orden de esta provincia, no quiero citar a ningún cuerpo, me gustaría que ingienasen algun aparatito para que evaluara el estado de consciencia mental a ver si sus reflejos y su capacidad de recepción fuera la adecuada como para no poner en riesgo al resto de conductores. Podríamos decir que evitaríamos cierto contratiempo de choques tontos y a veces no tan tontos, graves incluso, que atascan las entradas de Barcelona.
Mientras seguiré cantando la canción de Juan Luís Guerra desde mi coche, ya que una servidora se levanta media hora antes para tomarse su café con leche, de soja eso sí.

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